En medio del silencio y la paz de la noche, El santo oficio, la “policía de la inquisición” entró en vuestros aposentos, interrumpiendo vuestro sueño y husmeando entre vuestras pertenecías. Alguien os ha denunciado… ¡Herejes! (Se les oye gritar) Puestos ante el tribunal de la inquisición, juzgados por vuestros delitos de infieles. El mismísimo Tomás Torquemada os ha preguntado tres veces: ¿Sabéis por qué estáis aquí? ¿Sabéis quien os ha denunciado? ¿Cuál es la razón que os ha señalado como herejes? Contestéis o no, vuestro destino es la llamada “cárcel del secreto” en el que seréis herméticamente encerrados. Un agujero lleno de instrumentos de tortura en el que no vais a tener contacto con nadie, ni siquiera los propios inquisidores, hasta el momento de vuestro sacrificio. |